Valiosa lección.

Ayer estaba con unas amigas, ya era la hora de cenar así que me despedí de ellas y fui a beber agua a una fuente, aunque mi casa quedaba en la otra dirección. Al ir hacia dicha fuente que estaba a menos de cinco metros me cruce con unas señoras ya bastante avanzadas en edad, y como no, las saludé para acto seguido devolverme el saludo.
Como ya he dicho mi casa quedaba en la otra dirección, así que tuve que volver sobre mis pasos volviéndome a cruzar con estas señoras, al adelantarlas escuche un fragmento al aire de su conversación:
-Señora1: Estos jóvenes que deprisa van, aun me acuerdo cuando eramos así.
-Señora2: Pero de todos modos nosotras vamos por donde ellos, más despacio, pero vamos.
-Señora1: Nosotras ya estamos viejas.
-Señora2: Pero ellos para pasar por un sitio bajo tiene que agacharse, nosotras como ya hemos encogido, pues no nos hace falta.
Cual sorpresa me llevé al oír esas palabras, ya que en aquel momento, y doy gracias a aquellas señoras, por haberme hecho pensar y sentir una felicidad interior inexplicable, al comprender que en esta vida tan llena de tristeza y amarguras y aun a pesar de la edad, que también se puede ser feliz, siempre y cuando, lo sepas ver.